Fernando Salmerón
Esta es una historia un poco azarosa de cuando estábamos en tercero de media y el Pato Aliaga organizó en las vacaciones de Agosto un campamento denominado “apostólico” para ir a los pueblitos cercanos a Trujillo a fin de evangelizar a nuestros paisanos menos privilegiados.
Esto obviamente, fue después de botar al Chancho Quiroz y a Roberto Ganoza y de pegarle al pobre Chino Kong como 20 veces en el primer semestre. No sé si se acuerdan de las famosas frases:
- “Chino, hasta para comprarte calzoncillos tienes que pedirme permiso a mi”
- “A ver Chino, quítate los anteojos…”
En ambos casos, este era el preludio a unas cuantas cachetadas al pobre chino delante de todos nosotros. Sé que en nuestros tiempos era relativamente usual una que otra sacada de mierda por parte de los curas y profesores, pero el caso del Pato Aliaga rayaba no solo en lo humillante sino en lo patológico. Como dijo John cuando estuvo aquí en San Antonio. “Aliaga fue un error…”
Volviendo al grano, la idea era buena y a mí siempre me gustaron los campamentos, si no, ahí están los hermanos Ganoza para dar fe de esto. Si hacemos memoria, esto fue en 1965 y yo tenía recién 13 añitos. Es decir, un niño aun, que por el momento solo tenía una debilidad menor, y debo aceptarlo, era la paja, que me tenía “sorbido el seso”. Ahora todos ustedes, déjense de huevadas, porque estábamos todos en lo mismo, si no que yo era el único imbécil que lo contó. Lo peor es que no me acuerdo a quien, y el rumor corrió como pólvora.
En fin, así es la vida.
En fin, así es la vida.
El plan de este campamento era muy simple: ir a La Pampa, Galindo y Quirihuac, recolectar a todos los chiquillos menores a 10 años, y meterles en un par de días todo el catecismo que pudiéramos, para tenerlos listos para confesión, primera comunión y confirmación el tercer día, en que recibíamos la visita del párroco de Laredo, el padrecito Serna, un curita bonachón, regordete, calvo y chatito, que andaría en sus 45 a 50 años, muy simpático y apostólico él.
Para definirlo en términos modernos y marketeros, esto venía a ser algo así como “Aprenda cristianitud en 3 días” o “¡Certifíquese en catolicismo en solo 36 horas!”.
Mejor aún: “¡Mejore su currículum, y sea católico completo sin esfuerzo y en tiempo record!”
De los que yo me acuerdo que fueron, estaban el Negro, el Perro, la Loca, Oscar y de otros años los dos chanchos Montalbán, (con los que tuve la desgracia de compartir carpa. Hablaban como mierda y parece que comían lo mismo porque se tiraban unos pedos horríficos toda la noche), Beto Muller, y otros jóvenes caritativos del San José que se han borrado de mi mente. Pido disculpas a los que no menciono de la clase, pero ya son 41 años que no pasan en vano. Me parece que el loro también fue.
Me acuerdo del Negro porque en Galindo nos encontramos con un par de gamonales que conocían al papá del Negro, y el diálogo fue mas o menos así:
- Oye, este es el hijo del Segundo, ¿qué te parece?
- Bueno, sí, se parece un poco
- No, yo no digo si se parece, sino ¿qué te parece?
- ¡Ah, claro, ahora sí veo el parecido!
Yo ya conocía a los papás del Negro, siempre amables y cariñosos conmigo, y al rosquete de Bam-Bam, y pensaba: ¿cómo pueden decir que se parece, si el Negro es tan feo? No hay duda, uno es sordo y el otro es ciego.
De la Loca me acuerdo porque fue la primera vez que vi a un huevón lavarse los dientes moviendo la cara hacia los costados, manteniendo el cepillo en una posición fija. No crean que es fácil, pero aprendí no solo eso, sino a lavarme la cara haciendo lo mismo. Se necesita bastante coordinación.
Y del Perro, porque fue con refuerzos (léase Beto) que siempre fue una bella persona, y que trataba a todo el mundo por igual, excepto a su hermano Aldo, al que paraba puteando todo el día.
De los hermanos, baste decir que gracias a Dios fue con nosotros el en ese entonces hermano Eduardo Ahrens al que por cierto respeto y admiro muchísimo, y creo que Cascarón Sullivan fue de visita (este era un hermano gringo y calvo brillante que media como 2 metros). Creo que justamente para controlar alguna cagada que el Pato pudiera hacer. Parece que ya por esa época lo tenían “fichado” …
Cuando llegamos a La Pampa, todo se desarrolló como se había planeado. Algunos errores de parte nuestra al momento de enseñar el catecismo. El Negro contándole a los chiquitos el chiste de “JC y su banda” en vez de Cristo y los 12 apóstoles, o alguien que no sabía que había dos Judas, uno bueno y otro malo, pero todo se vio premiado con la “graduación” el último día de unos 20 chiquillos, en confesión, primera comunión y confirmación. Incluso me parece que hubo más de uno que además llevo “bautismo” en un curso “inmersión total” paralelamente al otro.
Por supuesto, todo terminó con una misa, que ofició el curita Serna, que también se encargó de todas las otras ceremonias. ¡Un superhombre el tipo, que bestia! Me acuerdo que lo vi llegar como a las tres de la tarde en el ómnibus del Colegio, como todo un héroe de película, todo de negro, con su sombrerito muy lindo y fino y con esa caminada que tienen los hombres que han triunfado en la vida. A mis escasos trece años, la imagen de un nuevo “modelo a seguir” quedó grabada en mi mente. El tipo se sopló bautizos, confesiones, primeras comuniones, confirmaciones, confesiones de alguno de los “apóstoles” (nosotros), la Misa, para todo el pueblo, con larguísimo sermón incluido.
En fin, que el hombre realmente chambeaba. Vamos, todo un éxito nuestro primer pueblito.
Yo contento, feliz de formar parte de este equipo, motivadísimo, hasta que el huevón del Pato dijo:
- Por ahí he visto que algunos de ustedes no han comulgado, ¿no Salmerón? ¡En Galindo quiero que todos comulguen, carajo!
Yo no había comulgado, porque en mi conciencia pesaban algunos litros de semen. Así que me dije, (como muchas veces antes de esa – y después también) “¡Que buena oportunidad para dejar el vicio!”.
Dicho y hecho, en Galindo no veía las horas de confesarme y librarme de ese peso que cargaba, y que mejor, que con mi nuevo “modelo a seguir”, ¡el padre Serna!
Galindo fue muy parecido a La Pampa, con el agravante para mí que el chancho Montalbán grande se fue, y trajeron al chico para reemplazarlo, que se tiraba más y peores pedos que el grande. Como que tenía menos escrúpulos para sus escatológicas ventosidades. En palabras simples: le llegaba al pincho que ofendiera mi olfato y que yo lo puteara. Supongo que pensaría que su hermano ya había allanado el camino para él. ¡Craso error! Mi pituitaria estaba aún más sensible que antes. Fue algo así como echar sal a la herida. Termine durmiendo afuera de la carpa, y el chanchito tenía la concha de decirme, cuñao, ya no, ya no me voy a tirar pedos. ¡Yo, huevón, y él, mentiroso de mierda!
Pasando al tema de fondo, entre otras actividades como conato de robo por parte de algún serrano pendejo, el descubrimiento de unos animales que solo había visto en los libros: alacranes, ver la quema de un campo de caña, y ver al primer chilalo de verdad, hicimos nuestro evangelizador trabajo. El tercer día llegó el cura Serna a paso de vencedores, ¡y que bruto! De verdad parecía un ejecutivo, o mas bien un capitán, recibiendo el parte de la situación en el frente, pensando para si como 20 cosas juntas, definiendo las estrategias, a quien confieso antes, donde hacemos la misa, donde la confesión, tenemos la logística en orden, ajustemos los relojes, señores: a las 17:00 empezamos la misa de todas maneras. ¡Yo tengo rosario en Laredo a las 7:30 así que todos a cumplir con su deber!
Por supuesto, los primeros en confesarnos éramos nosotros. Baste decir que no fui el único y que mis pecados no eran diferentes a los de los demás, ni en tipo ni en volumen. Pero yo tenía ya esa dudosa reputación, y yo mismo creía por ese entonces que el único con ese problema era yo. Ah, y Gabuteau, porque una vez después de clase en el salón me confesó que le daba a la Manuela con más entusiasmo que el que ponía para ajustarse la corbata. El lamentablemente difunto Cholo Castro, intervino y por el contrario tenia ideas de avanzada: se preguntaba como seria si los orgasmos duraran una hora, y el enterado Roberto Ganoza le decía, noooo, ¡si durara tanto te volverías loco! Yo ávido de aprender, me encontraba bebiendo de las fuentes de la sabiduría. ¡Que privilegio!
En fin, me parece que uno de los primeros en confesarse fue el Negro, y por supuesto, a preguntarle, porque en esas épocas aún era varoncito, pero además chismoso.
Y le digo:
- ¿Qué te dijo? Obviando toda mención al pecado carnal que nos llevaba a todos al confesionario.
Y me dijo:
- ¡Huy, manito, un sermonsazo!
Por supuesto yo no esperaba menos de mi nuevo “modelo a seguir”, así que con la honestidad en la frente (que como todos ustedes saben, era y es muy amplia) me presento ante el curita, me arrodillo, y aún recuerdo claramente que después del Ave María Purísima y eso, le dije: Padre hace un mes que no me confieso, y (nunca supe bien como decirlo) y he pecado contra el sexto mandamiento. Me preguntó: “¿Sólo o acompañado?”
Qué más quisiera yo que fuera acompañado, pensé, pero me arrepentí de inmediato, y conteste: “Sólo, Padre”.
Baste decir que nunca escuche tantas diatribas contra la paja. La que más me impactó fue esta frase:
- Si pudiéramos pesar en una balanza tu memoria de hace un mes y la de ahora, verías la gran diferencia que hay y de inmediato dejarías de hacer lo que estás haciendo.
Yo siempre presumí de buena memoria y este argumento me agarró de frente y bajó hasta los núbiles huevos en una especie de calambre involuntario, que les decía: ¡se jodieron, carajo! ¡Desde hoy, a dieta! ¡Ya saben huevones! ¡Y nada de mañoserías ni pendejadas como que me pica un poquito aquí abajo, o tengo que echarle más jabón al pájaro en la ducha, que los pongo en un cinturón de castidad y se joden! (Amenaza que mi padre me hizo una vez a raíz de una conversación que tuvo con el Pato de mierda, que le dijo poco más que ¡yo era el “más más” de TODO el Colegio!
¡Puta Madre, hasta ahora me amargo cuando me acuerdo! ¡Pato Concha su Madre! ¡Y fue a mi casa a decírselo! Creo que fue con alguno de ustedes, pero Dios ha querido que lo borre de la memoria para no guardar un mal recuerdo de ningún amigo. (Aunque creo que fue Richard)
Salí contrito y arrepentido del confesionario y dispuesto a iniciar una nueva vida. Así de cojudo es uno a los 13 años. La vida recién empezaba, pero yo quería iniciar otra…
La operación Galindo termino sin mayores incidentes, salvo los pedos del chanchito, que ya se habían hecho famosos en todo el campamento. Y todo el mundo se maravillaba de ver cómo me ofrecía de voluntario para hacer guardia en las noches…
Finalmente llegamos a Quirihuac, la metrópoli del contorno. Comparada a La Pampa y Galindo, estábamos en una verdadera ciudad. ¡Tenía Plaza de Armas y hasta caño de agua en la plaza, además de Iglesia! Uno de los lados de la plaza limitaba con una cancha de fútbol, así que ya se pueden imaginar. Creo que tenía fácilmente mas de 500 habitantes. Aquí fue donde Ahrens, que era hermano todavía, se amargo conmigo por fumar mucho y decir muchas lisuras. ¿Pero acaso no se daba cuenta el buen hombre que estos eran signos de hombría que se llevan orgullosamente a los 13 años? Decidí perdonarlo porque era un buen tipo.
En Quirihuac, ya instalados, empezamos todos los preparativos para la rutina evangélica, en la que ya éramos maestros. Conseguimos aquí como a 40 chiquitos, y la verdad, que lo hicimos muy bien. En dos días los tuvimos a punto, con su catecismo completo, y todo lo necesario para que nuestro padrecito Serna viniera a ejecutar su parte, que prometía ser de magnitud impresionante.
La noche antes del tercer día, de pura casualidad escuché al Pato Aliaga conversar con Ahrens, y estaban los dos empinchadísimos porque el cura les había mandado decir que le era imposible asistir por sus múltiples actividades en su parroquia y que las había venido descuidando. Ahí fue que escuché a Ahrens decir lisuras también y al día siguiente se lo hice acordar, con lo cual se empinchó más todavía. No sé si por escuchar conversaciones ajenas o porque un mocoso impertinente lo paraba jodiendo. Parece que el Club de Madres de Laredo, la Asociación de Devotas de San Judas Tadeo, y la Cofradía de la Virgen de la Puerta reclamaban sus servicios, amén que el cura Juan Ignacio le quería dar unos “consejitos”.
El caso es que el curita no venía. Al día siguiente a las 6 de la mañana, todo el campamento sabía de la deserción del cura. En algún momento el Pato tuvo la brillante idea de traer a Jordan. Con todo el cariño y respeto a Papapa, hasta yo me daba cuenta que eso era una cojudez. En eso Ahrens, armado él, se subió al ómnibus y se fue a Trujillo con el Pato, porque a este huevón no lo dejaban solo. Mientras tanto, nosotros nos dedicamos al hueveo, y yo sobre todo a dormir mientras el chanchito no estaba cerca.
Como a las tres de la tarde, llegó el ómnibus, con Ahrens, el Pato y el cura, que esta vez no tenía cara de buenos amigos. Lo que a mí me había parecido esa tez morena, curtida, del hombre que ha trabajado en el campo repentinamente se convirtió en un color gris amarronado. La sotana al viento y el sombrerito tan mono no me lo parecieron tanto. No sabía a qué atribuirlo, pero el asunto es que a mi “modelo a seguir” se le veía muy cambiado.
Yo pensé: claro, cualquiera se encabrona, si con todo lo que tiene uno que hacer, encima lo meten a un ómnibus a la fuerza y lo traen a este pueblo de mierda. Seguro que el Pato lo ha amenazado con chaira – así como nos contaba que hacia cuando él era miembro de los “Gatos Pardos”. No tengo que decirles que por esa época, yo y todos ustedes, le creíamos sus mentiras a este cojudo.
En realidad, el Pato no lo había amenazado, sino que se habían ido al arzobispado a quejarse, y el arzobispo le pegó una cachada, “en sentido figurado, por favor” al cura Serna, y lo mandó a patada limpia a Quirihuac.
Mientras yo contemplaba al cura muy de cerca, porque quería ser como el (no en todo, por supuesto), vi que una paisanita de unos quince a dieciséis años, pantorrilluda, llenando su balde de agua en la plaza se le acercó muy contenta, le dio un beso y le dijo “Hola Papá”, a lo que él contestó con un murmullo que no llegué a escuchar con claridad. Yo no entendí bien y supuse que así le decían, así como muchas paisanas acostumbran decir “papito lindo” cuando te quieren vender algo, y asumí que era un término puramente cariñoso, pero me pareció un poco extraño por decir lo menos, eso del besito y el abrazo. Así las cosas, me crucé con Beto, que conversaba con uno de los notables del pueblo, y que le venía diciendo,
- Ah sí, el padrecito acá tiene como 8 hijos. Pero con mujeres buenas, no vaya ustéa creer ques con cualquiera
¡Craaack… Chiuzzzzz… PFsttttsss…! Sentí que se había producido un corto circuito neuronal y juro que mis huevos se aflojaron de la presión a que yo los había mantenido desde Galindo. Fue como si hubieran dicho “raaaaaaahhhh…” así en voz baja como solíamos hacer en la clase. Aprovecharon que la mente se había descuadernado para tomar control.
¿Y la memoria? ¿Y la paja? ¿Es cierto o no es cierto?
Pero como en coro de fondo también escuchaba:
¿Y mi modelo a seguir? ¿Qué chucha pasó? ¿Pero si es cura, como ha hecho? “Yo me imaginaba que por ser cura las mujeres automáticamente cerraban las piernas con prensa. ¡Que craso error!” ¿Y ahora, que hago? ¿Cómo es?
¿Ser o no ser? He ahí el dilema…
El resto del campamento transcurrió para mí sin pena ni gloria, entre brumas y pedos del chancho de mierda, que siguió con la puta manía en el ómnibus.
Al llegar a Trujillo, decidí que el cura Serna era un pendejo, además de cacherito leré y yo un huevón por apuntar a un modelo a seguir tan bajo.
También concluí que una golondrina no hace el verano (en este caso, dos si incluimos al Pato) y que la religión y la fe iban por encima de estas cosas mundanas.
Mis huevos, por cierto, tomaron decisiones por su cuenta, con el agravante que ahora tenían un argumento a favor: “si hasta un cura…”. Me tomo algunos años acallarlos… pero siempre como que tuvieron una mente (o cabeza) independiente, que podía ir contra la razón y el sentido común en muchísimas oportunidades.
Pero eso ya es otra historia.
Finalmente, entendí perfectamente lo que significa ser “hijo de cura”. Ah y por cierto, encontré a otro modelo a seguir: “Bill Clinton” Maestro!!!
Espero que entiendan que algunos recuerdos han sido reconstruidos de fragmentos de neuronas muertas o en estado catatónico, así que muchas de estas cosas pueden no ser absolutamente exactas.
¡Pero la memoria, el cura, la paja y los hijos son absolutamente ciertas!
Nani del dilema de ser o no ser pasaste a usar los dedos y papel....cuidado que te conviertas en linguista.
ResponderBorrarNani del dilema de ser o no ser pasaste a usar los dedos y papel....cuidado que te conviertas en linguista.
ResponderBorrarJa, ja... acabo de volver a leer esto y lo voy a limpiar un poco de moscas y cucarachas
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